Sacrificios Humanos en el 2017!

Un sol ardiente quema la cabeza y los hombros de todos los presentes en el ritual. ¿Cuándo fue la última vez que llovió? Nadie lo recuerda más. En la parte superior del templo, un hombre medio desnudo y asustado ya sabe lo que tendrá que enfrentar. La mirada resignada lo dice todo.

Un sacerdote lo guía frente a una mesa de piedra, y quedándose en una esquina de ella, lo invita a acostarse. El hombre se opone levemente, y una fracción de segundo después, se deja ir.

En las otras tres esquinas hay otros 3 sacerdotes, y un quinto se acerca a la mesa al altura del pecho de la futura víctima. La multitud de gente reunida frente al altar detiene la respiración. Desde lo alto se escucha un grito y se ve el brazo extendido del sacerdote con en la mano el corazón palpitante ofrecido a Tlaloc, el dios de la lluvia.

La gente grita de felicidad mientras el cuerpo de la víctima rueda por los escalones de la pirámide. La muchedumbre se alegra de algo que sólo existe en sus cabezas, porque en cualquier caso el final de la sequía habría estado cerca.

¿Por qué comenzar esta historia con una imagen de más de 500 años atrás? Sigue la historia que quiero contar hoy, y todo estará más claro.

Es el 9 de diciembre de 2017, y es un cuento real con características tan absurdas que podría parecer inventado. Solo usaré las iniciales de los nombres por respeto a la privacidad.

Son las 10:48 de la mañana cuando M. me envía un mensaje preguntándome si su hija está bien. Mi respuesta fue que no sabía nada sobre ella desde el día anterior.

"¿No se quedó contigo?"

"No, la última vez que la vi fue ayer por la mañana, luego tuve una importante presentación de trabajo y no nos hemos hablado en todo el día".

"Ok, no la encuentro"

El teléfono está apagado. Nadie de sus amigos y conocidos sabe dónde está. S se ha evaporado en la nada.

¡Piensa Michael, piensa! Claro, tengo la contraseña de su correo electrónico. Vemos si hay alguna pista. Nada. Ok, intentaré hacer una búsqueda de localización con Adroid find. "El equipo no está disponible". Mierda.

¡Facebook!

"¿M, me das permiso para ingresar a la cuenta de Facebook de S y ver si hay algún mensaje que pueda ayudarnos?"

"¿Tienes la contraseña?"

"No, pero puedo intentar recuperarla"

"Ok"

Me conecto, busco mensajes y nada. Decido escribir un mensaje:

"Hola, no soy S, ingresamos a su perfil para pedir ayuda. No hemos tenido noticias suyas durante casi 30 horas, si alguien sabe algo llámenos al XXX ".

Por fin a las 12.43 una señal. Un correo electrónico del banco con un retiro de efectivo de 1,000 pesos. Viene el número del cajero automático, lo busco en los mapas y lo encuentro.

"M, la encontré, está aquí, acaba de retirar dinero"

"¿Cómo la encontraste?"

Explico todo a M y sigo diciendo que según yo no quiere que la encontremos. Si estuviera con otra persona amenazándola no retiraría sólo 1,000 pesos.

Pero la noticia de haberla encontrada no pareció ser una buena noticia para M, porque ella también desaparece un rato, sin razón, quizás buscando más respuestas.

Hasta tres horas después recibo una llamada en la que M me hace preguntas extrañas, como tratando de entender cosas que en ese momento yo no puede comprender. Al final me dice que quiere ir a presentar una denuncia y que yo también tenía que estar con ella.

"¿Por qué tengo que estar ahí?" Pregunto.

"Porque eres la última persona que la vio"

"No soy el último. M, hay testimonios que la han visto después "

"No importa, serán llamados a testificar en otro momento, mientras tanto tú debes estar ahí"

Las cosas comenzaron a parecerme muy raras. Mientras fui a la cita con M, le conté todo a un amigo, el único apoyo que que he tenido durante el asunto.

"F, esta historia no me convence. Mantengámonos en contacto constantemente y si no contesto cada 5 minutos, si no respondo a las llamadas, sabes dónde estoy y ven a buscarme por favor, te envío mi ubicación ".

En el módulo para las denuncias de desaparición de personas, con M (madre de S) hay otras 6 personas, todos familiares de M y S. Me miran de una manera extraña, fría y sospechosa.

Empiezo a temer que todo lo que había pensado antes no era sólo paranoia. Todo se estaba volviendo real.

Los familiares se me paran en frente, y encerrándome comienzan a preguntar cosas. Un verdadero interrogatorio al estilo gringo en el que querían que confesara algo que no había hecho.

"Hay demasiadas cosas que no me cuadran en tu versión" y luego "¿Y cómo explicas que los correos del retiro de dinero se cancelaron?" Y también "Además, el mensaje que publicaste en Facebook desde tu compu con el perfil de S tiene una ubicación que no está aquí en la ciudad, es justo donde se retiró el dinero " y luego " Pero no entiendo porque cambiar la contraseña del correo y de Facebook ".

Ok, ahora todo está muy claro. No tenía que estar ahí para ayudar, ni porque fui el último que la había visto. No. Tenía que estar ahí porque era el chivo expiatorio de SU verdad. Yo era el acusado. De pronto, sin saber cómo pudo pasar, me transformé en el culpable de la desaparición de S.

En SU verdad yo había secuestrado a S, la había llevado a un lugar fuera de la ciudad, le había robado las contraseñas para acceder al correo electrónico y Facebook y la había obligado a darme la tarjeta para retirar efectivo poco a poco, de manera que no pareciera demasiado extraño. También en SU verdad cambié las contraseñas para que nadie más pudiera acceder y en un segundo tiempo se las entregué a la familia para fingir que estaba colaborando. Había también cancelado y contaminado algunas pruebas, y para completar este plan maquiavélico, en un momento dado también hice que una persona respondiera con una voz de chica pretendiendo que era S. Todo esto y quién sabe qué más, era SU verdad.

A medida que la denuncia tomaba forma, una serie interminable de llamadas telefónicas llegaron a los celulares de los familiares.

Todas ellas tenían la misma frase de por medio: "Sí, aquí está con nosotros" y todos volteaban a verme.

Un italiano en México, solo contra las suposiciones de 7 personas que me hicieron pasar por un criminal. Un objetivo demasiado fácil. En ese momento empecé a pensar en lo peor. Pensé que me detendrían como medida de precaución, y en un país donde "todo es posible", estaba realmente asustado, por primera vez de una manera muy seria. Y no por una amenaza con un arma, ni por un asalto, sólo por el egoísmo de las personas y la ceguera irracional que los hace actuar sin ningún sentido.

Me sentí como la persona en la historia con la cual empecé este articulo. Medio desnudo y acostado en la mesa de piedra con seis sacerdotes sosteniendo mis manos y uno listo para abrir mi pecho, extraer mi corazón y ofrecerlo a la justicia.

No sé a quién tengo que agradecer por el hecho de que segundos antes de que la denuncia fuera entregada a las autoridades de competencia, S reapareció “en línea” en Whatsapp y finalmente pudimos comunicarnos con ella, la cual me liberó totalmente de cualquier responsabilidad.

Ahora mis preguntas son: ¿Cuál es el límite del egoísmo y la dignidad de las personas? ¿Que tanto el miedo de perder a un ser querido puede justificar una acción que podría cambiar la vida de la otra persona para siempre? ¿Qué tan importante es tener una versión y volverla realidad aunque sea una mentira? ¿Qué tan importante es tener una historia que justifique todo y que una persona sea acusada a fuerza? Qué tan importante es acusar a alguien en lugar de hacerse un examen de conciencia y preguntarse: "¿Qué he hecho yo para llegar a esta situación?" ¿Cuál es la razón por la cual mi hija, mi primo y mi amigo decidió huir? ".

¿Hasta qué punto el hecho de que haya historias feas en esta parte de mundo les otorga el derecho de querer creer que todo es así? ¿Cuánto puede el dolor de una madre que no encuentra a su hija justificar el dolor que le causaría a otra madre de manera deliberada y sin ningún fundamento? ¿Hasta cuándo será el mal y la adaptación obtusa de lo mismo usado para fines personales la guía de nuestras acciones?

No puedo evitar pensar qué hubiera pasado si S no hubiera aparecido solo unos segundos antes de que se entregase la carta de denuncia. Pienso en lo que hubiera pasado si algo más serio hubiera sucedido en la fuga de S y la única evidencia que podría haberme liberado desapareciera.

¿Abrirían mi pecho y le ofrecerían mi corazón a Tlaloc para que lloviera, antes de tirarme de la pirámide? A veces la línea entre la verdad y la mentira es muy delgada. Muchas veces si la pelota cae de un lado o el otro depende de la percepción y la decisión del espectador, lo cual podría también eliminar totalmente esa componente de realidad. A veces está bien y es solo una historia mala que podemos contar, y a veces es la historia de una vida que una verdad subjetiva destruyó para siempre.

Esta vez me fue bien, esta vez llovió unos segundos antes de que abrieran el pecho.

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